Cuidados básicos de los perros - Parte II

Cuidados básicos de los perros - Parte II

5. La vacunación
Los perros, al igual que los seres humanos, se pueden proteger mediante la oportuna vacunación contra muchas enfermedades potencialmente fatales causadas por las bacterias y los virus.
Se suelen emplear preparados múltiples que tienen una eficacia demostrada y evitan incomodidades al perro y a su dueño. Actualmente, la proliferación y los avances en las vacunas, los nuevos conocimientos sobre la inmunidad y los recientes estudios de los agentes causales, virus y bacterias, ofrecen nuevas perspectivas sobre las pautas de vacunación.
Puntos clave.- Lo primero que hay que tener en cuenta es que para realizar la vacunación es imprescindible un buen examen clínico. No se debe vacunar a animales  que están enfermos. También es importante que el perro esté desparasitado antes de realizar la vacunación.
Hay una serie de enfermedades de las que es casi imprescindible la prevención, como el moquillo, la parvovirosis, la hepatitis canina, la leptospirosis y la rabia. Excepto para esta última, la primera vacunación es recomendable realizarla a las ocho semanas de edad.
Para conseguir una buena inmunidad hay que realizar una segunda e incluso, en algunas razas, una tercera aplicación en las primeras 15 semanas de edad. Y hay que realizar una revacunación al cabo de un año.

Vacunación de los cachorros.- El joven cachorro está protegido por los anticuerpos contenidos en el calostro de la madre y no deberá ser vacunado ni demasiado pronto ni tampoco demasiado tarde.
Por lo general, la primera vacuna es contra la parvovirosis, que puede administrarse a partir de la sexta semana. Las demás se efectúan entre la séptima y la novena. Las vacunas del joven cachorro son contra la enfermedad de Carré, la hepatitis contagiosa, la parvovirosis y la leptospirosis, o la llamada tos de perrera, un síndrome respiratorio infeccioso y contagioso.
Los adultos.- Con el objetivo de proporcionar una protección inmunitaria máxima a nuestra mascota, se considera indispensable efectuar una vacunación para todas las valencias a lo largo del primer año. Por consiguiente, el veterinario vacunará contra la enfermedad de Carré, la hepatitis de Rubarth, la parvovirosis, las leptospirosis y la rabia, todo en una sola inyección.
El calendario de vacunación del perro adulto también dependerá del medio en que vive el animal.
En un medio no infectado, se procederá a recordatorios cada año o cada dos años. En todo caso, y dependiendo del tipo de medio, el veterinario puede considerar conveniente aconsejar 'rappels' o seguimientos más frecuentes, como es el caso de epidemia de parvovirosis y en las zonas en las que exista la enfermedad de Carré.
Los de mayor edad.- Los descuidos en la vacunación pueden costarle la vida a los animales más maduros. No habrá servido de nada vacunarlos durante su juventud, si se descuida y no se aprovecha el hecho de haberlo realizado, una vez que el animal llega a la vejez.
La enfermedad de Carré es la que mayor incidencia tiene entre los perros más adultos, por lo que hay que procurar vacunarlos de esta enfermedad aún en la vejez. Al ser mucho más vulnerables, suelen ser las primeras víctimas del virus.

6. Principales aspectos de la psicología canina
Es muy normal que el dueño de un perro interprete como un mal físico la conducta anormal de su mascota. Sin embargo, es necesario saber que algunos comportamientos violentos, sorpresivos o de aislamiento, que no se hayan dado en el animal con anterioridad, se pueden deber a algún tipo de problema psicológico, por ejemplo una depresión.
Estos factores suelen ser pasados por alto por los propietarios de animales, pero cada vez son más frecuentes, por lo que se están desarrollando numerosos estudios encargados del conocimiento de la psicología del perro. Por ello, ante reacciones de este tipo, el amo debe acudir a un especialista con el fin de determinar y tratar de solucionar el problema de su mascota.
Causas del problema psicológico.- Las conductas depresivas o violentas de un perro tienen siempre un factor causante. Para cada caso individual existe una respuesta o causa diferente, pero lo habitual es que estas conductas se deban a deficiencias del entorno en el que se encuentra el perro; ya que es posible que no sea el más adecuado.
Asimismo, es muy común que el amo sea el responsable de la aparición de alguno de estos, ya que cuando el dueño no presta al animal la atención que éste precisa, se produce un sentimiento de rechazo en el perro, que cree no ser admitido en el núcleo familiar.
Hay otras causas comunes de los estados depresivos o apáticos del perro, como las excesivas situaciones de aburrimiento o las reclusiones solitarias durante largos periodos de tiempo. Asimismo, es frecuente que el perro se encuentre incómodo ante el desorden doméstico, ya que no encuentra hábitos regulares de vida y se produce un desajuste funcional. No obstante, el mayor factor de un desarreglo psicológico lo constituye el ansia de compañía y la falta de afecto o cariño por parte del dueño.

7. La depresión de los perros
 De los problemas psicológicos que puede sufrir un perro, uno de los más habituales es la depresión, es decir, un estado patológico con disminución de toda la actividad psíquica que afecta, en especial, al componente afectivo. El problema de esta patología, en comparación con la humana, es que existe escasa experiencia terapéutica animal y la dificultad para tratar al perro, ya que no existe comunicación posible con él.
No obstante, cada vez son más los estudios dedicados a entender las causas que llevan a la depresión animal. En la mayoría de ellos se señala al amo como principal responsable, al relegar a la mascota a un segundo plano y no prestarle la atención necesaria. Existen dos tipos de depresión en los perros: la endógena y la exógena. La endógena se caracteriza por la ausencia de motivaciones externas, por lo que se puede afirmar que tiene una causa genética. Por el contrario, la depresión exógena, que es la más habitual, es consecuencia directa del entorno y puede tener causas muy variadas.
Cómo detectar y tratar el problema.- Es posible detectar a tiempo la depresión del perro e intentar dirigirle a un experto capaz de tratarle. Para ello, es necesario que el dueño preste atención al animal, con el fin de observar su conducta y percibir si ésta es anormal. Así, si el perro presenta un carácter de apatía general, somnolencia, inapetencia o falta de interés ante estímulos gratificantes, se debe sospechar de una posible depresión. Esta patología puede afectar a todas las razas por igual, aunque numerosos estudios afirman que los Terrier y los mestizos, sobre todo si han habitado en perreras o guarderías, son los más proclives.
En el caso de apreciar estas conductas, lo primero que se debe hacer es consultar a un especialista. Lo más recomendable en estas situaciones es intentar mantener la actividad del perro, así como el contacto con él; para que abandone el sentimiento de rechazo y se sienta apoyado por su dueño. En el caso de que no se pueda dedicar al animal el tiempo necesario, se puede suplir esta compañía por música, la radio o la televisión, durante los periodos de soledad. Aunque estos elementos nunca podrían sustituir el apoyo y el cariño humano, sirven de ayuda en los momentos del día en que el amo se encuentre ocupado.

8. La educación del perro - consideraciones generales
El secreto para conseguir una convivencia perfecta entre el amo y el perro radica, fundamentalmente, en la comunicación entre ambos. Educar y enseñar no significa adiestrar y castigar. La confusión de estos términos provoca la frustración de muchos dueños; que se ven incapaces de hacer comprender a su mascota lo que esperan de ella.
La diferencia entre educar al perro desde que es un cachorro y no hacerlo es abismal. El perro será más seguro de sí mismo y será más confiable cuando entienda y obedezca órdenes tan simples como sentarse o acudir a la llamada del amo.
La mejor opción es que el propio amo sea el que se encargue de la tarea, aunque es conveniente que se asesore en escuelas de adiestramiento donde un instructor, con gran experiencia y conocedor de la psicología canina, sepa enseñar al dueño del perro la metodología más correcta.
Aprender el significado de órdenes como 'sentado', 'abajo', 'quieto' y 'ven' no es difícil para la mayoría de los cachorros. El entrenamiento puede empezar entre las ocho y las diez semanas y aunque los perros pueden aprender a lo largo de toda su vida, es conveniente empezar cuanto antes puesto que, cuanto más jóvenes, mayor capacidad de aprendizaje tendrán.
Enseñar lo correcto y lo incorrecto.- Es fundamental que el cachorro aprenda cuanto antes lo que se considera como comportamiento aceptable y lo que no. El no enseñar la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal puede derivar en tener un perro adulto con el que no es grato convivir. Por ejemplo, si se desea tener un perro que duerma en un lugar destinado a él, lo mejor es que lo haga desde el primer día. Es frecuente ver a dueños que no pueden evitar llevárselos a sus camas cuando el pequeño llora los primeros días tras la separación de la madre. Con esta actitud, lo más evidente es que la mascota elija la cama del dueño como lugar de reposo para el resto de sus días. Para evitar estas desagradables situaciones de sus primeras noches en casa, existen algunos trucos como confortar al animal poniéndole una botella con agua caliente y un reloj con un tic-tac fuerte; lo que le recordará el latir del corazón de su madre.

9. Las aficiones del perro
Es muy importante conocer cuáles son las aficiones de tu perro, así como, dejar claro desde el principio lo que esperamos de él, lo que debe y lo que no debe hacer. El amo debe decidir cuáles serán las políticas de su hogar a ese respecto: si puede subirse a los sillones, si se le permite acercarse a la mesa a las horas de las comidas, saltar de alegría sobre la gente, escarbar en el jardín, mordisquear objetos o alfombras y una larga lista de actitudes a las que los perros son tan aficionados. Todo esto puede ser fácilmente remediado si un entrenador o el propio amo lo corrigen desde un principio.
Una de las partes más complicadas de enseñar es dónde se espera que el animal haga sus necesidades. Un perro que no aprende esto, frecuentemente termina confinado en un patio o en un albergue para animales.
La edad más adecuada para comenzar.- En la práctica no existe una edad en la que el perro pueda empezar a aprender algo, sino que esto debe suceder de forma natural desde que es cachorro. A partir de los primeros días de convivencia, después de que se haya ambientado, tanto en lo que concierne a no defecar dentro de casa o no mordisquear los muebles, como al establecer una relación de juego-confianza que llevará al cachorro a reconocer en el propietario a su amo, al que tiene que ofrecer su afecto y obediencia innatos.
Seriedad, paciencia y constancia.- A cualquier edad y en cualquier fase del adiestramiento conviene adoptar, además de una buena dosis de seriedad, paciencia y constancia, lo que se denomina 'refuerzos positivos', es decir, premios en forma de caricias, galletas y juego, y 'refuerzos negativos', que no son verdaderos castigos, sino más bien experiencias o situaciones desagradables que el perro sufrirá en caso de falta de obediencia. El uso de estos últimos es muy delicado ya que, si se utilizan mal, podrían cuestionar el equilibrio del perro o, incluso, el trabajo ya realizado. Sólo se utilizarán, por tanto, en casos especiales y la atenta guía de expertos.

En cualquier caso, no hay que exigirle demasiado, sino sólo desarrollar de forma idónea los comportamientos innatos del cachorro.

10. La educación del perro - ejercicios básicos (I)
El adiestramiento básico puede empezar hacia los seis u ocho meses y consiste en ejercicios de llamada, caminar correctamente con la correa, detenerse o sentarse. Sin embargo, en la práctica no existe una edad en la que el perro pueda empezar a aprender algo. Esto debe suceder de forma natural desde que es cachorro, a partir de los primeros días de convivencia y después de que se haya ambientado, tanto en lo que concierne a no defecar dentro de casa o no mordisquear los muebles; como al establecer una relación de juego-confianza que llevará al cachorro a reconocer en el propietario a su amo; al que tiene que ofrecer su afecto y obediencia innatos.
La llamada.- La 'llamada' es fundamental para todo tipo de obediencia. Se puede empezar este ejercicio hacia los sesenta días de edad, aprovechando la tendencia del cachorro de acudir hacia sus amos cuando ve en sus manos un juguete interesante o su plato de comida. Al principio, se le llamará por su nombre, acompañado del '¡Ven!' cuando ya haya empezado a venir hacia el dueño y se le premiará con caricias y trocitos de comida cuando esté cerca. En un segundo tiempo, se le llamará cuando esté lejos, premiándole siempre que haya obedecido a la llamada.
Para ejemplares más grandes, si se muestran un poco más tozudos o independientes y no responden con rapidez o, incluso, ignoran por completo la llamada, se puede adoptar el método de una larga cuerda atada al collar: cuando el perro no responde a la llamada, con un suave pero firme y constante tirón de la cuerda, se le atraerá, incitándolo, hablándole con paciencia y premiándole cuando esté cerca.
No se debe gritar al animal cuando se acerca mucho tiempo después de la llamada, porque, por su naturaleza, asociaría el castigo no con una cosa anterior en el tiempo (como el no responder a la llamada), sino a la acción más reciente, en este caso acercarse al dueño. Esto es un grave error que cometen muchas personas en su primera experiencia canina; dejándose llevar por la impaciencia y el nerviosismo durante la educación.

11. La educación del perro - ejercicios básicos (II)
En este e-mail veremos otros ejercicios para educar a tu perro.
Aprender a sentarse.- El cachorro también comprende con facilidad la orden 'sentado'. Se trata de una disposición que el perro asume con facilidad y, durante las primeras veces, bastará con darle la orden mientras ya está realizando esta acción. Si fuera reticente, se le ayudará a colocarse en esta posición mediante una ligera presión con la mano en la parte posterior. Es importante premiarle cuando se haya sentado.
Caminar con la correa.- Es otro de los ejercicios fundamentales. Esto es elemental y necesario para cualquier perro, tanto de trabajo como de compañía, y en cualquier entorno en el que viva. No es un problema, pero no deja de ser desagradable, sobre todo en razas grandes, sacar a pasear al perro y que sea él quien arrastre al amo.
Para empezar, se llevará al cachorro, una vez ya esté acostumbrado al collar, a un lugar sin distracciones y se le invitará a seguir a su amo caminando junto a su lado izquierdo, impidiéndole que le rebase. Cuando parezca que anda por donde él quiere, el propietario deberá dar un paso atrás y adelante e invitarle al juego. Es un método que se basa en la indiferencia al error cometido para erradicarlo de forma no traumática.
En cambio, si el ejemplar es un poco mayor, en caso de que rebase al instructor, conviene darle un ligero tirón (refuerzo negativo). Para este ejercicio se aconseja usar collares de 'estrangulamiento'/ahorque, que producen una molestia leve al tirar momentáneamente. En cambio, se desaconseja totalmente usar el collar de puntas/pùas.